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La locura es ausencia: La perspectiva anónima, de Camilo Albarracín Zelada

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La locura es ausencia: La perspectiva anónima, de Camilo Albarracín Zelada
Por: Rodrigo Urquiola Flores


(Texto leído en la presentación del libro durante la XX Feria del Libro de La Paz, 2015)

La locura no puede ser otra cosa que ausencia, ese fue el primer pensamiento que tuve cuando terminé de leer los cuentos reunidos bajo el título de La perspectiva anónima, de Camilo Albarracín (Nuevo Milenio, 2014). Una ausencia, sin embargo, presente, como toda ausencia, claro, que se la nombra porque no se puede hacerla a un lado y olvidarla. Y eso es, también, la locura, una presencia ausente y, al mismo tiempo, una ausencia presente. Pero la locura es muchas otras cosas también, es miedo, son fantasmas, es ficción, es construcción de lo que no está, es rebeldía.

De los diez cuentos que conforman La perspectiva anónima, el que más sobresale, para mí, es “El historiador cercado”, cuento que, allá por 2011, ganó el Premio Adela Zamudio. El historiador del relato es un habitante de un manicomio que reconstruye (que se reconstruye) gracias a su propia voz, voz que nos lleva, de la mano de su locura, a un breve viaje en el tiempo de la historia que, al mismo tiempo, es un viaje hacia el otro a través del canibalismo, (pero hay que saber que existen tantas y diversas maneras de ser un caníbal). Y es que el historiador está cercado por sí mismo y, cuando devora a alguno de sus semejantes, ya sea simplemente adueñándose de la historia de sus vidas, está intentando devorarse a sí mismo. Me parece que este cuento es el que más sobresale dado que asistimos, en la lectura de los demás cuentos, a un acto similar.

Pienso, por ejemplo, en “La criatura y la tentación”, relato de un amor extraño, de un amor que la sociedad (esa vieja burguesa que nos quiere bienportaditos) rechazará siempre, por no comprenderlo, quizás, por entenderlo como algo repugnante. El amor es locura porque es una manera de ausencia presente y de presencia ausente. Y el protagonista de esta historia que, además, no comprende por qué no lo comprenden, y huye, y retorna, es también un loco, un rebelde aunque su intención haya estado lejos de la rebeldía. Y es que el amor es así: una sorpresa como la que descubrirán cuando lleguen al final del cuento que, también, cierra el libro. El amor que nos devora con nuestros propios dientes, que roe nuestros huesos mientras lo escuchamos y no podemos hacer nada.

“El horror de la ausencia” se llama el primer cuento, el que inaugura el libro; un cuento sobre el miedo de encontrarse con el otro invisible, con aquello que está pero que al mismo tiempo no, la casa que continúa habitada cuando las paredes rebotan el vacío. ¿Qué es el horror?, ¿quién lo ve, el que lo ocasiona o el que lo descubre? Esas son un par de preguntas que acompañan, también, a la lectura de estos cuentos. ¿Es la locura un espacio para el horror? ¿Lo es la ausencia? ¿De verdad? ¿Qué queda después? ¿Acaso existe un final? ¿Es necesario un final cualquiera? La perspectiva anónima puede ayudarnos a, quizás, responder estas preguntas con otras palabras que no formulen más cuestionamientos. Quizás.

Fuente: rodrigourquiolaflores.blogspot.com


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